Aportes para el debate desde la Red Internacional de Encuentros Ecosocialistas

Aportes para el debate desde la Red Internacional de Encuentros Ecosocialistas

El Planeta sacrificado en aras de los beneficios de las multinacionales del petróleo

Desde la Red Internacional de Encuentros Ecosocialistas comprendemos el espacio de las COPs como un falso instrumento de combate al cambio climático y sus problemáticas. Desde su creación, en los inicios de los años 90, la COP viene proponiendo falsas soluciones para lidiar con la amenaza del calentamiento global sin tomar en cuenta sus causas estructurales, sin problematizar el sistema de producción, distribución y consumo capitalista que ve los bienes comunes como recursos disponibles e infinitos para la acumulación de capital. 

Por ello, desde el inicio, las organizaciones ecosocialistas denunciamos ese espacio de articulación que intenta resolver por vías de mercado una problemática de dimensión civilizatoria. Asimismo, las COPs son ámbitos donde siempre generan y validan formas de negación. Es una manera de reconocer que el cambio climático existe, pero que la solución es la creación de más mercados, como los de carbono y las más novedosas tecnologías para la implementación de una transición energética, que al fin y al cabo es una nueva forma de colonialismo hacía los países periféricos.  

Sabemos que las COPs no solo no pueden resolver de raíz las causas y los impactos de la emergencia climática, sino que tampoco pueden cumplir con los retos de los plazos establecidos en el marco de las propias conferencias. Después de 29 reuniones, lo que observamos es que se transformó en un espacio de articulación que tiene por objetivo garantizar las ganancias de los capitalistas y la hegemonía de los países centrales, orientado a poner una máscara verde al capitalismo, que ha sido cooptado por lobistas de las energías fósiles y conducido particularmente por ecocidas. 

¿Qué pasó en la COP29? 

Como ya esperábamos, la COP29 no pudo dar una respuesta, ni siquiera tímidas, a las problemáticas que involucran los impactos del cambio climático, ni llegar a acuerdos mínimos, después de tantos años de reuniones en materia de reducción de emisiones, reconversión de sistemas productivos y de distribución, y restauración de la naturaleza. Y, peor aún, el encuentro del año 2024 retrocedió en varios ámbitos. 

En el mismo tenor que instancias estrechamente relacionadas como la COP 16 del Convenio de Diversidad Biológica celebrada a finales de octubre en Cali, Colombia, sólo se priorizaron los mecanismos de mercado que buscan seguir alimentando la vorágine de acumulación y especulación financiera, haciendo foco en la mera mitigación y empujando estos temas hacia Brasil en la COP30. 

Los países centrales no han logrado comprometerse con los fondos que ellos creen necesarios para ayudar a los países mal llamados “en desarrollo” a hacer frente al cambio climático. La suma establecida de 300 mil millones de dólares, a ser alcanzada apenas en 2035, no estaría ni cerca de lo que se necesita para cerrar la brecha de financiación. Es imposible pensar en reparación y justicia climática en un escenario como ese. Una vez más los mayores responsables por la crisis climática, no quieren dejar su lugar de privilegio, y además utilizan su posición para decidir sobre los rumbos de la humanidad. 

No se abordó el hecho de que los peores impactos del cambio climático son sufridos precisamente por los sectores históricamente despojados, excluidos, violentados y racializados, ya que son las comunidades originarias y vulneradas del campo y de la ciudad las más fuertemente afectadas. Esto incluye la devastadora pérdida de medios de vida, identidad, patrimonio, y prácticas culturales, por no hablar de los desplazamientos forzados y reubicaciones peligrosas inducidas por el clima. 

La permanente falta de consulta sobre los conocimientos ancestrales y la poca consideración sobre la importancia de los pueblos originarios en la conservación y restauración de grandes porciones del planeta se ve reflejada en el documento. Comprendemos que esa falta de consideración a los pueblos originarios es una estrategia para desestimar su importancia frente al avance de las disputas geopolíticas que tienden a profundizar los conflictos por la tierra, el agua y los minerales, e instalar una supuesta transición energética por vías de mercado como única salida para el colapso ambiental. 

Asimismo, la perspectiva de género y el sostenimiento del lenguaje apropiado también fueron temas clave en la COP29. Aunque se reconocieron las desigualdades existentes y la importancia de la inclusión de mujeres y jóvenes, hubo un retroceso en el lenguaje de género en algunos documentos. La ausencia de una gramática que incluya a las diversidades e identidades no binarias refleja la resistencia de algunos actores en avanzar en la equidad de género y devela el carácter retrógrado y conservador de un sistema patriarcal que siempre impuso a los cuerpos feminizados la responsabilidad de lidiar con los desastres causados por la lógica de poner las ganancias por encima del sostenimiento de la vida. 

En este sentido, vemos que el cambio de narrativa va de la mano con los escenarios políticos con tendencias conservadoras y hasta autoritarias a nivel global. Durante la COP29, los movimientos fueron prohibidos de manifestarse en la vía pública. Los espacios de intervención fueron limitados, evitando las acciones de mayor visibilidad por parte de los colectivos representantes de la sociedad civil. Las negociaciones poco transparentes y con una impronta proguerra, dan muestras de que los países centrales están poniendo a consideración una forma de lidiar con el cambio climático a espaldas de los pueblos que debe prender una luz de alerta. 

¿Entonces qué?

Sabemos que muchas organizaciones apuestan a ese espacio y creen que se puede dialogar para llevar las demandas de los territorios afectados e incluso tienen la esperanza de que se pueda debatir una transición justa y reparación histórica, que señale a los mayores responsables por el colapso ambiental y los obligue a contribuir para que se puedan generar mecanismos de mitigación y adaptación al cambio climático. 

Respetamos a quienes, de forma honesta, van a las COPs para intentar denunciar desde adentro el poder de las petroleras —mayores responsables por la emisión de gases de efecto invernadero—; la falta de compromiso y sensibilidad con la destrucción masiva y creciente de los ecosistemas y las víctimas del cambio climático; la forma cruel y deshumana con la que son tratados lxs refugiadxs climáticxs y todos los asesinatos a líderes ambientales, indígenas y campesinxs. Seguros de la impunidad, empresas nacionales, transnacionales, terratenientes y los gobiernos siguen realizando un genocidio por goteo. 

Sin embargo, pensamos que la estrategia tendría que ser vaciar los espacios de las COPs, y fortalecernos en articulación y organización estratégica alternativa a los espacios de la ONU. Dar un debate profundo, a la altura de los desafíos a los que nos enfrentamos y gestar desde abajo nuestro mundo posible, un mundo ecosocialista, con una planificación social, política y económica basada en las necesidades y el sostenimiento de la vida —humana y no humana— , un mundo libre de opresiones y explotaciones, tanto entre personas como hacia la naturaleza de la cual somos parte, entendiendo nuestras existencias como codependientes y ecodependientes. 

Apostamos a las cumbres alternativas, de organización autónoma y no vinculadas a los proyectos y gobiernos extractivistas, como un espacio valioso y fértil para nuestro intercambio de ideas y planificación de acciones conjuntas. Juntarnos es fundamental para dar una respuesta integral al desafío que tenemos por delante, y sabemos que no es posible hacerlo en un solo país, nuestro pensar y actuar tiene que ser internacionalista, transfronterizo.  

Vemos la necesidad de la construcción de un internacionalismo ecosocialista de los pueblos que cobra aún más importancia frente a las guerras en curso. Sabemos que muchas otras vendrán en el marco de este sistema capitalista, imperialista y patriarcal, lo cual hace que nuestra articulación y organización sea necesaria y urgente. Hoy más que nunca es de actualidad ecosocialismo o barbarie.

Por ello, invitamos a construir y participar de nuestro II Encuentro Ecosocialista Latinoamericano y caribeño que será realizado en Belém entre los días 6 y 9 de noviembre de 2025 y a participar de las actividades que realizaremos en los espacios de la contracumbre que está siendo gestada desde los movimientos sociales. 

¡Si hay un horizonte posible, ese horizonte es ecosocialista!

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