En el caso argentino, la cuestión de la deuda ya es de muy larga data. Basta recordar los últimos episodios en esta historia, como fueron la demanda por parte de fondos especulativos (“fondos buitre”) contra la Argentina ante los tribunales estadounidenses como el ingente endeudamiento que el gobierno de Mauricio Macri ha realizado en su gestión a tasas de interés de las más altas del mercado internacional.
La prórroga de jurisdicción, como entrega de parte de la soberanía en favor de tribunales extranjeros de otros Estados, es parte del “modus operandi” de los capitales financieros del poder global y un mecanismo que asegura no solamente el recobro, sino un negocio mejor: la refinanciación de la deuda como un mecanismo que asegura la dependencia económica y política de las naciones periféricas a los mercados financieros globales.
En este marco denunciamos el Acuerdo con el FMI que otorgó a Mauricio Macri en 2018, un préstamo por 57000 millones de dólares de los cuales entraron 45.000 millones de dólares. Crédito, claramente, contrario al interés de la Nación y de su pueblo y, que tenía por objetivo apoyar al Presidente Mauricio Macri (con el aval de Donald Trump) para tratar de mantenerse en el poder en las elecciones de 2019. Este crédito «stand by» otorgado a Macri fue fugado masivamente por la clase capitalista argentina.
Repudiamos el nuevo Acuerdo con el FMI, aprobado, en marzo de 2022, por el Gobierno de Alberto Fernández y ratificado por el Congreso. Este nuevo crédito del FMI permite seguir pagando, a este organismo, una «deuda odiosa» que se puede categorizar de igual forma ya que es una deuda contratada para reembolsar otra deuda con la misma definición. Esta «deuda odiosa» no va a beneficiar al pueblo sino al propio FMI y a los tenedores de bonos y de la deuda argentina, que son fondos de inversión como Black Rock. Pero, también, a las clases capitalistas argentinas que invierten en bonos argentinos que compran en Nueva York.
El otorgamiento de préstamos también se ve vinculado a la matriz de producción, distribución y consumo que precisa mantenerse para perpetuar la brecha entre países ricos y pobres. Pero también vincula el endeudamiento y la liberalización con la depredación ecológica y social que se vive en países como la Argentina, expresadas en el monocultivo y el extractivismo como formas de re-primarización de la economía local.
Es por este motivo que somos parte, desde su nacimiento, de la Autoconvocatoria por la Suspensión de Pago e Investigación de la Deuda, conscientes que: La Deuda es con los Pueblos y la Naturaleza, no con el FMI ni con los especuladores financieros.
Suspensión del Pago de la Deuda Pública y Auditoría Integral y Participativa. ¡YA!
Debemos poner freno al drenaje de nuestros recursos que implica la deuda externa.
Debemos lograr la anulación de las deudas públicas ilegítimas e ilegales que pesan sobre nuestros Estados. No habrá soberanía mientras la deuda siga siendo el instrumento privilegiado del capital trasnacional para drenar nuestras riquezas hacia sus países de origen y para imponernos su agenda liberalizadora.